miércoles, 8 de septiembre de 2010

Un mundo se mueve para salvar a alguien de otro

La atención internacional se ha centrado este año en varios temas que han generado variadas reacciones, uno de ellos es el caso de Sakineh Mohammadi Ashtiana, una mujer Iraní condenada a lapidación por adulterio y el homicidio de su esposo.


Esta mujer, madre de dos hijos, permanece en prisión desde 2005, en mayo del año siguiente fue condenada a recibir 99 latigazos por mantener una “relación ilícita” con dos hombres.


Durante el juicio que se le realizó de los cinco jueces del tribunal dos la declararon inocente, recordando que ya había sido sometida a una condena de flagelación y que no existían más pruebas del adulterio en su contra, a pesar de esto los otros tres, dijeron que era culpable basándose en el “conocimiento del juez”, un recurso existente en la legislación iraní que le entregan a los jueces el poder de establecer la culpabilidad del acuso aún no existiendo más pruebas.

Tras este episodio el Tribunal Supremo confirmó la condena a muerte por adulterio el 27 de mayo de 2007.

Debido al acoso que recibía Mohammad Mostafaei, abogado de Sakineh Mohammadi, decidió salir de Irán e instalarse en Noruega por lo tanto la defensa de esta mujer iraní pasó a manos de Javid Houtan Kiyan, quien solicitó al Tribunal Supremo la revisión judicial de su caso.

Se piensa que la revisión fue aceptada para reducir la presión internacional que ha generado la condena. Mientras la Magistratura iraní no emita una declaración expresa anulando la lapidación Sakineh Mohammadi Ashtiani puede ser lapidada en cualquier momento.

Para entender este proceso y fenómeno no es cosa de llegar y emitir un punto de vista, es necesario adentrarse en la cultura islámica para poder emitir un juicio valórico pero con conocimiento.

Lo primero que hay que saber que la religión islámica al igual que la cristiana cree en un solo dios, en este caso Alá, quien envió a un profeta conocido como Mohammed quien plasmó las enseñanzas en su libro sagrado llamado Corán y difundió la religión dejando una herencia, como bien significa la palabra Islam, “someterse” a la voluntad de Dios que hasta hoy se observa en las tradiciones y forma de vida de los islamitas.

De esta cosmología surgen varias otras prácticas, por ejemplo la mal conocida guerra santa o Yihad, que en verdad es en masculino y tiene que ver directamente con la “guerra espiritual” que vive cada musulmán en sí mismo. En occidente solemos malinterpretar esto como los ataques terroristas u acciones armadas de otro tipo, si bien se hacen en nombre de la Yihad es para no caer o ceder a la irrestricta fe y entrega que se tiene con Alá.

Al mismo tiempo existe la Sunnah, que vendrían a ser todas las tradiciones de carácter ritual para los católicos llevadas a la religión musulmana, es decir, actos de adoración, declaraciones e incluso formas legales.

Es necesario comprender esto ya que también se debe establecer que existen dos tipos de Islamistas en la zona en que se haya el caso de Sakineh Mohammadi Ashtiani, los Sunitas y los Chiítas.

Los primeros son aquellos que creen que vino Mohammed (Mahoma) a entrar el mensaje de Alá para una venida futura de éste y que el profeta no dejó descendencia dentro del mundo, a diferencia de los Chiíta, que creen que entre ellos existe alguien que desciende directamente de Mahoma y está escondido del resto, por lo tanto no es difícil que de momento aparezca alguien reclamando el título.

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